jueves, 18 de marzo de 2010

La indefinición en la titularidad de la superficie forestal del Suroccidente fomenta el abandono de la tierra


La indefinición sobre la titularidad de los montes del suroccidente fomenta su abandono, un problema especialmente acuciante en gran parte de la superficie de Tineo y Cangas del Narcea, dos de los concejos más grandes de la región. Al no existir un destinatario claro de los beneficios, se dejan de explotar esos terrenos. Como dice un refrán de la zona, «burra de todos, cómenla los lobos».

El problema en Cangas del Narcea es que la mayoría de los montes son lo que se conoce como proindivisos. Esto significa que pertenecen a todos los vecinos del núcleo rural donde está ese monte. Si ya de por sí es muy complicado poner de acuerdo a todo un pueblo en la mejor forma de explotar unos terrenos, más lo es si se tiene en cuenta que en la mayoría de familias no se han puesto al día las escrituras y, por lo tanto, ese terreno pertenece a una miríada de herederos: primos, tíos, nietos, consortes... La gran mayoría de ellos, emigrantes que no viven en el pueblo, que tienen raíces emocionales pero que no necesitan que esos terrenos generen dinero para vivir.

No son pocas las ocasiones donde este valor emocional sirve de veto para llevar a cabo actuaciones de cualquier tipo. A todo ello hay que añadir que las decisiones, para actuar sobre estos montes, hay que tomarlas de manera unánime, no por mayoría. La complejidad para tomar decisiones alcanza la categoría de heroico.

La solución suele ser, cuando se puede llegar a algún acuerdo, la concentración parcelaria, que delimita fincas individuales, con una propiedad definidad y perfectamente en regla. Cuando esto no sucede el monte suele quedar abandonado y se convierte en un foco perfecto para los incendios.

En Tineo el problema es que el Ayuntamiento escrituró enormes superficies forestales en los años 50 para el Consorcio Forestal. Esto ha generado la curiosa figura de los montes comunales, que son de titularidad pública pero que se permite que sean gestionados por los vecinos a traves de juntas gestoras formadas a tal fin. No es lo más habitual, no obstante, porque muchos pueblos ni siquiera saben de esta problemática y creen que los montes están a su nombre cuando lo están al del Ayuntamiento. Se llama doble inmatriculación en el registro, que significa que tanto los vecinos como el Ayuntamiento pueden presentar papeles del registro en el que se indica que tal monte les pertenece. Algunos de estos núcleos rurales han puesto el caso en manos de la justicia y, hasta ahora, los tribunales les han dado la razón y les han devuelto la titularidad a sus antiguos dueños. Esta indefinición jurídica, por supuesto, redunda en que muchos montes se abandonan, porque no hay nadie que trabaje si no tiene claro que los beneficios serán para él.

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