sábado, 27 de febrero de 2010

Asturias y el Jacobeo 2010


La presencia de la primera autoridad del Principado en la apertura del año santo habría sido de lo más oportuna y conveniente
JOSÉ LUIS GALÁN
PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN ASTUR-LEONESA DE AMIGOS DEL CAMINO DE SANTIAGO Con motivo de la ausencia del presidente del Principado de Asturias en los actos de apertura del año jacobeo, celebrados recientemente en Jaca y Roncesvalles, a los que sí asistieron, y tomaron la palabra, para hacer patentes las razones históricas de sus respectivos territorios en el nacimiento y desarrollo de la peregrinación, el resto de los presidentes de las autonomías por las que discurren las distintas rutas jacobeas españolas, se ha suscitado una cierta polémica, sobre la oportunidad o no de su presencia.

No creo que la representación de la Sra. consejera de Cultura, D.ª Mercedes Álvarez, desmerezca en absoluto, pero ciertamente no alcanzó el nivel del resto de las comunidades, por lo que el protocolo impidió que la voz de Asturias se escuchase en esta ocasión.

Desde la Asociación Astur-Leonesa de Amigos del Camino de Santiago valoramos, reconocemos y, como no podía ser menos, apoyamos de forma incondicional los trabajos del Principado para lograr que los Caminos del Norte sean reconocidos, al igual que el Camino francés, como Patrimonio de la Humanidad.

Opino que este reconocimiento es importantísimo, pero también pienso que los Caminos del Norte llevan bastantes años de retraso respecto del Camino Francés en la moderna recuperación de la peregrinación jacobea, retraso que será necesario recuperar si de verdad queremos que sean reconocidos por los organismos competentes.

Y para ponernos al día, además de los trabajos de despacho y de la confección de expedientes y dossieres que pongan de relieve los fundamentos históricos y las excelencias naturales, que sin duda son grandes, será necesario que detrás tengamos una serie de realidades tangibles y concretas, como son unos caminos expeditos y bien señalados, una red de albergues suficiente y bien atendida, una labor de promoción apropiada, etcétera, cosas que por otra parte, como vienen señalando desde hace mucho tiempo las asociaciones de amigos del camino, no exigen grandes proyectos ni inversiones millonarias, pero sí un convencimiento por parte de las administraciones municipales y autonómicas de que el Camino de Santiago, además de un hecho religioso, que no es poco, es una marca turística a nivel internacional que ya tiene hecha la mayor parte de su promoción.

Algo se ha adelantado con la colaboración del Principado y los municipios para la puesta en servicio, por ejemplo, de los albergues de Pajares y Mieres del Camino, se ha trabajado en la señalización del Camino Primitivo y parece que ahora se hará lo mismo con el de la costa, aunque un poco tarde para que sea efectivo durante este año, pero aún falta bastante por hacer en cuanto a albergues tanto en la zona oriental como en el oeste, y desde la Asociación Astur Leonesa no puedo por menos que echar en falta alguna participación del Gobierno autonómico en la apertura y mantenimiento del nuevo albergue de Oviedo, que está habilitando el municipio.

En otro orden de cosas, se han escrito comentarios en los que los opinantes pensaban que nuestro presidente no «pintaba nada» allí, porque el Camino de Santiago no tiene nada que ver con Asturias. Incluso algún comentarista habitual en la prensa local insinuaba que Asturias no tiene ninguna tradición peregrina y que lo de Oviedo en el Camino es, más o menos, un simple invento de oportunidad.

Es posible que, quienes así opinan, no hayan leído a personas tan fiables como don Juan Uría, J. Ignacio Ruiz de la Peña, María Josefa Sanz, Vicente José González, Ana Belén de los Toyos, Carmen Ruiz-Tilve... y tantos otros que con sus estudios y escritos han desvelado la importancia que las peregrinaciones tuvieron para Oviedo.

Seguramente que desconocen la multitud de hechos y relatos que lo atestiguan.

Quizá no se acuerden, por ejemplo, de que ya a finales del siglo XIV el rey ordenó reparar el puente que da acceso a Mieres del Camino para que, tras la gran avenida acaecida poco antes, no tengan que cruzar por el río «los romeros que van a Santiago»; del hospital de peregrinos de Monte Copián; de que es muy posible que el topónimo «Manjoya» venga de la expresión «mon joie»; de que en el año 1274 el Regimiento de la ciudad tenga la necesidad de promulgar unas ordenanzas que regulen la entrada en el pequeño casco urbano de los peregrinos o de que las fiestas de San Mateo tengan su origen en el Jubileo de la Santa Cruz.

Es posible que pasen por alto que Alfonso VI, después de abrir el Arca Santa, ordenó que el palacio de su antecesor Alfonso III se utilizase como establecimiento de acogida para los peregrinos; del barrio en el que, extramuros, se asentaron en la ciudad muchos de los franceses que llegaron como peregrinos y donde perdura el nombre de «Gascona», o que en las excavaciones que se hicieron hace años en el entorno de la fuente de Foncalada haya aparecido alguna medalla de la francesa N.ª Señora de Rocamador.

Puede ser que desconozcan los datos contrastados de que en el año 1459 fueron 32 los confesores que el cabildo tuvo que poner en la Catedral para la atención espiritual de los viajeros que venían a ganar el jubileo o que en 1481 el mismo cabildo encargase nada menos que 25.000 enseñas de peregrino, fabricadas en «buen estaño» para distribuirlas entre los forasteros que visitaban el primer templo ovetense.

De la recomendación real para que cuantos viajan a Compostela lo hagan por «mi puebla de Tineo y por el Monasterio de Obona» o de los relatos en los que los peregrinos narran las dificultades vividas en su travesía de la cordillera cantábrica y su acogida en la Real Colegiata de Arbas.

Y aún muy a finales del siglo XVIII, cuando las circunstancias político-religiosas de Europa habían hecho declinar las peregrinaciones, el clérigo inglés Peter Towsend da cuenta cuando relata su visita a Oviedo de su encuentro con grupos de peregrinos de camino hacia Compostela.

De forma que, además de la primogenitura de la peregrinación a Compostela, protagonizada por Alfonso II El Casto, la tradición jacobea de Asturias y de nuestra ciudad está más que justificada y renunciar a ella sí que sería olvidar una, muy importante, parte de nuestras raíces y enterrar nuestra memoria histórica en el olvido, además de desaprovechar, desde el punto de vista turístico religioso, cultural o como quiera llamarse, una gran oportunidad que no tenemos derecho a desperdiciar. Considero, por tanto, totalmente oportuno que desde las más altas instancias de nuestras administraciones se le preste la máxima atención y apoyo y, desde luego, la presencia de la primera autoridad del Principado en los actos de la apertura del Jacobeo 2010 habría sido de lo más oportuno y conveniente.

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